27/8/13

¿Sueñan los androides con ovejas electricas?



Blade Runner, un clásico del cine de ciencia ficción y un catalizador para inventos futuros(videoconferencia, fotografía 3D)

Una película sobre lo real y lo aparente.

Íntimamente ligado al universo de lo visual (el ojo y la mirada) está el de la dialéctica con las diferencias entre apariencia y realidad. Hay que tener cuidado ya que la vision no es un tesstimonio totalmente veridico de la realidad.  Blade Runner contiene múltiples simulaciones o fraudes. Las fotografías son testimonio de un pasado que no existe (como las fotografías de la sobrina de Tyrell que la replicante Rachel atribuye a su propia infancia). Los recuerdos son mas fragmentos de sueños introducidos en los circuitos de los replicantes, que recuerdos en si mismos. Incluso los animales que parecen reales, como el buho que se encuentra en la compañia Tyrell, son en realidad trabajadas replicas de animales que ya no existen , y en eso el guión de la película sólo recoge un pequeño recalco de un elemento central de la novela de K. Dick. 

El de Blade Runner es un mundo donde la publicidad, emperatriz de la apariencia lo cubre todo. Sus personajes son buscadores que, escarbando en ese basurero de la apariencia, acaban viendo cómo su búsqueda da un giro completo.Deckard es un detective-cazador de replicantes que termina encontrando la verdadera sensibilidad que el ser humano ha perdido ya hace tiempo en las palabras de un replicante, mientras que Roy busca su propio sentido, busca su razon de vivir a traves de la busqueda de su creador y acaba encontrando su existencia en un ambito cosmico o global en el hecho de salvar la vida a un humano.

El interrogatorio de Leon da comienzo a la película con un puñetazo en la mesa al principio de que lo real es lo aparente, puesto que, a fin de cuentas, ése es el principio que rige el proceder de Holden. El test Voight-Kampff ha de hacer aparente la insensibilidad algo inherente a los replicantes, de Leon. 
Volviendo a la secuencia inicial desde el punto de vista interpretativo y en el al enorme ojo en primer plano, que parece proponer una paradoja no por ser evidente es menos rica: ver lo visto en el ojo mismo. El reflejo de la ciudad nocturna, con sus luces, sus edificios, las inquietantes llamaradas.

 Bastan unas lecciones elementales sobre la visión humana para entender que la imagen retiniana no es más que el estadio inicial de un proceso (la visión) que no culmina hasta el procesamiento en el cerebro (a través del nervio óptico) de esas proyecciones. No obstante, lo que está siendo movilizado aquí no es más que una convención cinematográfica: ¿cuántas veces hemos visto en las películas el reflejo en el ojo como un indicador de que alguien ha visto algo o a alguien?, por no hablar de los raccords de mirada y los movimientos de cámara. Pero, por si fuera poco, las imágenes de la ciudad que Holden ve tampoco son reales: es una maqueta (pensará con razón el lector); sin embargo, hay una última vuelta de tuerca, genuinamente cinematográfica, algo más velada: hay imágenes de Blade Runner que son la suma de hasta 27 elementos filmados por separado y  para redondear, los paisajes finales entre los cuales tiene lugar la huida de Deckard y Rachel están construidos a partir de descartes de El resplandor (The Shining, 1979) de S. Kubrick.

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